Querer

Querer es una de esas series desgarradoras, crudas y profundamente reales que dejan huella. Su título lo dice todo: Querer. Es una palabra que abarca múltiples formas de afecto, de deseo, de necesidad, pero también de sufrimiento. La serie nos presenta distintas perspectivas sobre el concepto de «querer», ya sea amor, apego, miedo o incluso dependencia. Aunque siempre he creído que los actos pesan más que las palabras, aquí las palabras y lo que callan juegan un papel fundamental. Los personajes no solo se enfrentan a sus emociones más profundas, sino que, en muchos casos, los actos que ejecutan dejan mucho que desear.

La serie es capaz de mantener al espectador al borde del asiento desde el principio, no solo por lo que ocurre en pantalla, sino por lo que queda en el aire, esa tensión palpable que se va incrementando capítulo a capítulo. Querer no es una serie fácil de ver, pero es fascinante en su capacidad para transmitir el dolor, la incertidumbre y el desgarro que conlleva un conflicto familiar en su máxima expresión.

Aunque intentaré no revelar demasiado, aviso a los que prefieren descubrir por sí mismos el desarrollo: si eres de los que no quieren saber cómo termina, este es el momento de dejar la lectura y regresar solo cuando hayas vivido esa experiencia, llena de momentos tensos pero cautivadores.

Mentir

A medida que la trama avanza, las tensiones internas entre los miembros de la familia se profundizan, y es aquí donde «Querer» se convierte en un estudio sobre las manipulaciones que surgen cuando el miedo y la desesperación se apoderan de los individuos. La serie explora cómo las lealtades familiares se fracturan y se reconfiguran en un contexto de juicio y revelaciones. La mentira, en este caso, no es simplemente un recurso para evitar la verdad, sino una herramienta de supervivencia emocional.

Es interesante cómo la serie muestra la influencia de los padres sobre sus hijos y otros protagonistas, no tanto para forzarlos a mentir, sino para inducirlos a ocultar la verdad, a proteger a uno u a otro. Esta dinámica crea una atmósfera de desconfianza y tensión constante.

Juzgar

El juicio, ese momento tan esperado y temido, se convierte en el epicentro de la serie. Es aquí donde las emociones de los personajes se enfrentan a la realidad de los hechos. 

El relato de la víctima es desgarrador, directo y sin adornos, mientras que el de la defensa, con sus testigos y argumentos, nos presenta una visión más compleja y ambigua de los hechos. En este sentido, «Querer» no solo muestra el juicio como un evento legal, sino como un escenario de lucha interna, en el que cada personaje se enfrenta a su propia moralidad y sus propios límites.

Perder

El juicio llega a su fin, y con él, la inevitable sentencia. Es aquí cuando la serie nos hace reflexionar sobre lo que significa realmente «perder» en una situación como esta. Aunque la sentencia va a favor del acusado, el derrumbe de esta, sabiendo que sus dos hijos creen a su madre, hace que se quede solo, y pierda por lo que realmente luchaba, aparte de su libertad.

Al final, la serie nos deja con una reflexión inquietante sobre la violencia y el maltrato psicológico.

La serie ha recibido críticas muy positivas, no solo por la profundidad de su guion, sino también por las impresionantes actuaciones de su elenco, que logran transmitir la complejidad emocional de los personajes con una intensidad que hace de «Querer» una experiencia difícil de olvidar.